Venezuela no es una democracia

(foto de f17digital.blogspot.com)


Es realmente paradójico y digno de mencionarse que casi el mismo grupo de personas que durante décadas sostuvo que durante el gobierno de Alfredo Stroessner en Paraguay no había democracia a pesar de las elecciones que periódica y regularmente se celebraban en el país diga ahora que en Venezuela hay democracia solamente porque los venezolanos van a elecciones periódica y regularmente.

Ciertamente, las elecciones son una condición absolutamente necesaria para que haya democracia pero, con mayor certeza todavía, no es suficiente que haya elecciones para que haya democracia.

Pero hay más: No toda elección es una elección democrática; para que una elección sea democrática no basta solamente con que se haga, sino que debe ser libre (todos los interesados deben poder competir), limpia (no se deben robar los votos) y justa (las condiciones en las que compiten los concurrentes deben ser igualitarias).

En Paraguay hay mucha gente que se está apresurando en calificar de ejemplar el proceso electoral venezolano, con el fin de alentar al Senado de la República a aceptar un eventual pedido de Brasil de revisar el rechazo del protocolo de adhesión de la República Bolivariana a MERCOSUR, olvidando todo eso que se ha mencionado.

El candidato perdedor de la elección venezolana, Henrique Capriles, ha reconocido el resultado de la misma, pero eso no modifica lo anterior ni, mucho menos, regulariza los vicios del proceso político venezolano. Los participantes en las elecciones paraguayas del anterior periodo político también reconocían los resultados.

Tampoco legitima lo ocurrido en Venezuela el reconocimiento internacional otorgado por la mayor parte de los países que se pronunciaron sobre el proceso, pues ese reconocimiento puede muy bien deberse a imperativos de los intereses nacionales de cada país.

La elección del pasado domingo 7 de octubre en Venezuela no fue libre, pués en ese país hay literalmente unos trescientos políticos opositores a los que se impide competir mediante procesos administrativos incoados en su contra por denuncias gubernamentales; no fue justa, pues todo el aparato del Estado venezolano se usó durante toda la campaña electoral a favor del candidato oficial; y no se sabe si fue limpia, pues ninguna organización internacional pudo observar el proceso de manera independiente debido a la prohibición que el régimen venezolano impuso mediante el artículo 484 del Reglamento General de Elecciones de Venezuela.

Pero aún cuando las elecciones venezolanas fueran perfectas, aún así Venezuela debe ser definida como una dictadura.

En Venezuela impera una asociación entre el partido de gobierno, el Partido Socialista Unificado de Venezuela, y la Fuerza Armada bolivariana, cuyos miembros deben prestar un juramento faccioso para desempeñar sus funciones y cuyos comandantes deben comprometerse con ese proyecto político.

Esa asociación es clásica y definitoria de las dictaduras y los paraguayos que dicen que en Venezuela hay democracia lo olvidan, quieren ocultarlo, pasarlo por alto.

En Venezuela no hay división de poderes, pues el señor Hugo Chávez Frías concentra de hecho todos los poderes incluso formalmente, como cuando habitualmente recurre a las llamadas “leyes habilitantes” por las que la Asamblea venezolana le cede “temporalmente” funciones legislativas.

La división real de poderes es, con las elecciones periodicas, libres, limpias y justas, el elemento estructural más importante que define a cualquier democracia y los paraguayos que dicen que en Venezuela ha democracia olvidan que en ese país no hay división de poderes, quieren ocultarlo, pasarlo por alto.

Los paraguayos que pretenden que el Senado de la República revise el rechazo del protocolo de adhesión de Venezuela a MERCOSUR no deberían mentir sobre la naturaleza del régimen venezolano y deberían decir la verdad: Que quieren que se revise eso porque eso es lo que pide Brasil.


Publicado como Editorial de La Nación del domingo 14 de octubre de 2012