Entendiendo al EPP desde Israel

La noticia de los nuevos hechos de violencia que involucran al grupo terrorista autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), a sus desprendimientos y a sus ramificaciones, indica, entre otras cosas, que el mismo mantiene no solamente una notable capacidad operativa, sino, además, una base de reclutamiento que le permite proyectarse en el futuro.En esa última cuestión es donde se relacionan el curso al que estoy asistiendo y la situación planteada por el EPP y me apresuro a admitir que lo escuchado aquí me induce a enfatizar la necesidad de prestar más atención a los elementos que nutren al terrorismo.

Entre la serie de conferencias que hasta ahora hemos escuchado aquí en Israel, los integrantes del grupo de veintiséis comunicadores que formamos parte del curso de “periodismo en zona de conflictos” organizado por la Agencia Israelí de Cooperación Internacional (MASHAV), la que a mi juicio aportó, derivadas de lo que ocurre en Medio Oriente, las lecciones aplicables más dramáticas e inquietantes fue la de Meir Litvak, de la Universidad de Tel Aviv.

Se lo expuse a mi compañero Carlos Gómez Ferreira (@carlosgomezpy) en dos de las notas que hicimos en “Tierra de Nadie” y “Tarde de Perros” que él está conduciendo en la 9.70 AM (@radio970am), de modo que para mucha gente lo que sigue a continuación es una ampliación de lo que hablamos en la radio desde que llegué a Israel el pasado miércoles.

Contaba el profesor Litvak que según los datos relevados por ellos, solamente trescientos -300- libros (títulos) fueron traducidos al árabe para cientos de millones de personas en el último año y que esa cantidad, por ejemplo, constituye solamente el veinte por ciento -20%- de la cantidad de libros (títulos) que se tradujeron al griego en el mismo periodo de tiempo para 15 millones de griego parlantes.

Y agregó el profesor Litvak que, en promedio, España traduce en un año más libros (títulos) que los que se tradujeron al árabe en los últimos mil años.

Le pregunté si para explicar esta situación catastrófica había alguna razón particular y me contestó sin hesitar que la causa principal es la idea, continuamente estimulada por los referentes religiosos del mundo musulmán, de que no hace falta leer o instruirse porque todo lo que se necesita saber está en el Corán, el equivalente islámico de la Biblia judeo-cristiana.

Aclaró el profesor Litvak que Irán, en particular, es una excepción a la regla, pues los iraníes se preocupan y mucho por llegar a la vanguardia en la región, aunque, precisó, Irán no es un país árabe, aun siendo musulmán.

Tengo la sospecha de que muchos de los que hayan llegado hasta este párrafo estarán pensando que la situación descripta más arriba es una tragedia por completo extraña a nosotros y de que estará generando sentimientos de compasión por las millones de víctimas árabes de este aislamiento cultural trágico.

Les recuerdo que los cristianos impusieron a todo el Continente americano un aislamiento parecido, prohibiendo la importación de cualquier libro (título) no expresamente autorizado y limitando la cantidad de libros (títulos) expresamente autorizados a un mínimo ridículo y que esas restricciones duraron en América Latina hasta el proceso de Independencia y en nuestro Paraguay aún más, gracias al gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia.

Y también les recuerdo que la prohibición de leer obras que se consideraran lesivas a cuanto está expresado en la Biblia estuvo vigente en la Iglesia Católica hasta 1966, año en que el papa Pablo VI abolió el Índice de Libros Prohibidos pero solamente porque ya nadie lo obedecía en Occidente.

De paso, quiero agregar que este tipo de actitud hacia el conocimiento tiene renovado ímpetu destructor entre los sectores cristianos evangélicos norteamericanos que están imponiendo, en todos los lugares en los que alcanzan fuerza política suficiente, la idea de que la ciencia es superflua y que el mundo fue literalmente creado en seis días como cuenta la ficción bíblica.

Los judíos ortodoxos comparten la misma animadversión hacia nuevos conocimientos y sobre esto le contaba a los oyentes de la 9.70, el viernes, que los rabinos de esa facción desalientan la lectura de los diarios -nos contaban aquí en Israel que están reemplazando a los diarios por un sistema de cartelería-, aborrecen de la televisión y de Internet, ante cuya penetración en los jóvenes sometidos a la autoridad de estos ortodoxos proponen reglas bien ridículas, pero no por eso menos represivas, tal como les leí de un material del diario Yedioth Ahronoth (https://bit.ly/1tdH8dt).

Es que la ignorancia es el principal instrumento de dominación existente y ella ha sido el modo en que durante siglos y siglos los jerarcas de todas las religiones han alienado a los seres humanos para convertirlos en carne de cañon para imponer su credo a sangre y fuego, como ahora hacen los religiosos de Hamas, Hizbollah o Estado Islámico.

Nuestros índices de lectura no están lejos, si es que no son iguales o peores, de los que sufre la inmensa mayoría de los árabes y en nuestros departamentos del Norte la cosa puede ser más grave, si cupiera esa posibilidad.

Luego, numerosos jóvenes del Norte de nuestro país no tienen otros instrumentos culturales para observar la realidad que los que les proporcionan, por ejemplo, en las organizaciones pastorales de la Iglesia Católica, algunas de las cuales siguen predicando la “Teología de la Liberación”, como me lo confirmaron en su momento el entonces obispo de Concepción Zacarías y su vicario diocesano, Pablo Cáceres.

No voy a agregar más, salvo recordar que dicha teología reivindica al marxismo anterior a Eduard Bernstein como instrumento de análisis social y ese marxismo reivindica el uso de la violencia para resolver los problemas sociales.

Es un fenómeno similar al de los jóvenes árabes, empujados a la violencia por sus sacerdotes.

Artículo publicado en la edición del domingo 7 de setiembre de 2014